domingo, 8 de mayo de 2011

Savonarola, Girolamo

Ferrara 1452 - Florencia 1498
Reformador eclesiástico
Savonarola ingresó en la Orden de los Dominicos y en 1491 comenzó a predicar en Florencia en contra del gobierno de los Médici, que había adoptado características tiránicas. Sus seguidores fueron abundantes y de talante muchas veces fanático. ...Los disturbios provocados por las predicaciones de Savonarola tuvieron su cenit cuando el religioso predijo la muerte de Lorenzo el Magnífico, el papa Inocencio VIII y la invasión de Italia por parte de Francia. Todo ello se cumplió por lo que el pueblo se rebeló, expulsó a los Médici de Florencia y proclamó a Savonarola Jefe de la República. Sin embargo, el nuevo papa, Alejandro VI, se alió con los aristócratas y persiguieron tanto a Savonarola como a sus seguidores. Finalmente, todos ellos fueron aprisionados como herejes, se les torturó y por último se les quemó en la plaza de Florencia como castigo ejemplar. Uno de los seguidores más famoso de Savonarola fue el pintor Rafael, quien realizó un cuadro poniendo de manifiesto la injusta persecución que sufrió el dominico.

Napoleón se proclama emperador

Después de la ejecución del príncipe Condé una delegación del Senado somete a Napoleón a una nueva proposición autorizando el restablecimiento de la monarquía y la creación de un Tribunal de Estado. Este cambio precipita el cambio desde el Consulado al Imperio. Fouché y Talleyrand aprueban el cambio y están dispuestos a la creación de una monarquía hederitaria, el asunto se lleva con gran rapidez, Napoleón exige un voto nacional y son los mismos hombres que doce años atrás habían abolido la realeza los que están dispuestos a aclamar a un nuevo monarca pese a las apariencias democráticas.
Más tarde se presenta en Saint-Cloud el resultado del voto popular con el esperado “si” y la nueva Constitución es aprobada ese mismo día.
El dos de diciembre de 1804 en Notre-Dame todo está listo, flores se distribuyen por todo rincón de la catedral, las piedras, fuentes y estatuas de París han sido rociadas con cerdas de jabalí. El marqués de Ségur se ha encargado de recoger los detalles protocolarios para un acto como este y viejos pergaminos de tiempo del Rey Sol han sido revisados para comprobar que todo marcha correctamente.
El humor de Napoleón esa mañana es más que notable y ya ha probado la corona sobre la cabeza de su mujer Josefina. Llega el momento. El cortejo pone rumbo a la catedral acompañado por una tremenda muchedumbre entusiasmada, no en vano, las gentes estaban acostumbradas a la vida libre en la que no había pompas religiosas, tras avistar el cortejo del Papa precedido por un monje rien todos. Los soberanos montan en una carroza equipada de espejos, oro, acolchada de terciopelo blanco y coronada de águilas coronadas.
Vestido con un manto imperial a la antigua usanza avanza hacia el altar mayor conduciendo a una Josefina, que con sus hábiles afeites dota de una cierta gracia al acto.
El papa está sentado, rodeado por los cardenales. Suena el órgano y el rumor de los rezos invade todo el templo, toda la gente espera ansiosa el arrodillamiento de Napoleón ante el papa para poder ser coronado, el hombre al que aún nadie ha visto inclinar su cabeza toma la corona del altar y se corona a sí mismo, acto seguido, corona a Josefina, arrodillada ante él.
Sólo el Papa había sido informado de este cambio de última hora y no tuvo valor para impedirlo, pero aunque siempre recordaría esta afrenta y haciendo de tripas corazón procede a ungir y a bendecir a la pareja imperial y legitima el acto.

Aquiles

Aquiles es un personaje de la mitología griega. Fue hijo del rey Peleo y de la diosa Tetis, sin embargo, no adquirió la inmortalidad de su madre sino que fue mortal como su padre; Tetis sabía que su hijo era mortal, por ello trató infundirle esta cualidad de los dioses sumergiendolo en el río Estigia, así consiguió hacerlo inmortal en todo su cuerpo, excepto el talón por donde lo sujetaba. También se atribuía su invulnerabilidad a que Tetis, en su propósito de hacerlo inmortal, quemó su cuerpo y lo cubrió de ambrosía, el néctar de los dioses. Pero Peleo arrancó con violencia al niño de sus manos y, éste, quedó con un talón carbonizado, que su padre sustituyó por la taba del gigante Damiso, célebre por su velocidad en la carrera. De ahí que se nombrara a Aquiles como "el de los pies ligeros".
El niño fue confiado al centauro Quirón, quien le alimentó con fieros jabalíes, entrañas de león y médula de oso para aumentar su valentía; además, le enseñó el tiro con arco, el arte de la elocuencia y la curación de las heridas. La musa Caliope le enseñó el canto, y el profeta Calcante predijo que se le daría a escoger entre una vida corta y gloriosa o larga en años y anodina. El héroe escogió la primera y cobró fama por sus hazañas y grandes aventuras, siendo, las últimas, las narradas en la Ilíada.
Durante su juventud, el adivino Calcas auguró que nunca podría ser conquistada la ciudad de Troya sin que Aquiles interviniese en la batalla, de igual forma un oráculo anunció a Tetis que su hijo habría de morir frente a las murallas de es ciudad. Cuando comenzó la guerra, para evitar su marcha, Tetis trató de ocultar a Aquiles vistiéndolo de doncella y reenviándole a la corte de Licomedes, rey de Esciro, en donde vivió con las hijas del monarca durante nueve años. Allí Aquiles recibió el nombre de Pirra, por sus cabellos dorados. En su estancia se enamoró de la hija de Licomedes y se casó con ella, de está unión nació Neoptólemo.
Ulises, necesitaba a Aquiles para tomar Troya, por ello se presentó en la corte de Licomedes vestido de mercader y ofreció sus mercancías a las princesas, entre las que se encontraba Aquiles bajo la apariencia de Pirra. El falso mercader hacía colocado junto a objetos eminentemente femenimos, joyas, telas, perfumes, varias armas de gran valor. De este modo Ulises descubrió a Aquiles, pues se interesó de inmediato por una espada, a diferencia de las demás doncellas.
Aquiles partió voluntariamente a la guerra acompañado de su amigo Patroclo y libró muchas batallas durante el sitio a la ciudad de Troya. Cuando el rey miceno Agamenón tomó a la doncella cautiva Briseida, Aquiles retiró a los mirmidones de la batalla y se encerró encolerizado en su tienda. Los troyanos, envalentonados por su ausencia, atacaron a los griegos y los forzaron a retirarse. Entonces Patroclo, amigo y compañero de Aquiles, le pidió que le prestara su armadura y le dejara avanzar con los mirmidones a la batalla. Aquiles aceptó, pero el príncipe troyano Héctor mató a Patroclo; entonces el desconsolado Aquiles pidió a su madre una nueva armadura cuya confección la diosa encargó a Hefesto, dios del fuego y del hierro, así armado volvió a la batalla y retó al troyano Héctor a quién mató, arrastrando su cuerpo atado a su carro en torno a las murallas de Troya, sin permitir que tuviese los funerales que le correspondían; sólo cuando Príamo, el padre de Héctor y rey de Troya se lo pidió accedió Aquiles a devolver el cuerpo de su enemigo.
Continuó luchando, derrotando una y otra vez a los troyanos y a sus aliados, incluida la guerrera amazona Pentesilea.
Finalmente, Paris, hijo de Príamo, con la ayuda del dios Apolo, hirió mortalmente a Aquiles con una flecha en su único punto vulnerable, el talón.


Después de su muerte hubo una disputa por su armadura, y se decidió otorgarla al más bravo de los griegos. Ulises y Áyax compitieron en la final, cada uno con un discurso explicando por qué se lo merecían más que nadie. Ulises ganó, y Áyax perdió la razón y se suicidó.